Sistema urinario
El Mycobacterium tuberculosis llega a los órganos
genitourinarios (del sistema urinario y reproductor) por vía hematógena y el
sistema circulatorio (vasos sanguíneos) desde los pulmones y representa el 15%
de todos los casos de tuberculosis extrapulmonar. Una vez producida la primera infección
(en los pulmones por lo general) en el 90% de los casos la respuesta
inmunitaria que se desencadena es suficiente para evitar el desarrollo de la enfermedad;
los bacilos permanecen en estado latente en pequeños focos (como se explico en
el sistema respiratorio). Sin embargo en el otro 10% de casos la afección
progresa a enfermedad y se producen manifestaciones clínicas.
En el aparato
genitourinario, el riñón, el epidídimo y la próstata son los sitios iniciales
en los que se origina y se aloja la bacteria.
La tuberculosis renal genera la lenta destrucción de
corteza y medula renal, cuando existe reinfección o reactivación los granulomas
(masa esférica de células inmunes que se forma cuando el sistema inmunológico
intenta aislar sustancias extrañas que ha sido incapaz de eliminar) crecen y
coalecen hacia la nefrona, dando signos tempranos en la urografía (la
exploración y el estudio de diversas secciones de las vías urinarias para detectar
alteraciones en la secreción urinaria). Los bacilos generalmente se encuentran
en la región cortico-medular en forma de granulomas y cuando el individuo es
afectado inmunológicamente el bacilo se reactiva resultando en una diseminación
dentro de la médula, causando una papilitis.
La enfermedad progresa lentamente
y resulta en una necrosis extensa de la papila; la necrosis (muerte del tejido)
de las papilas renales puede hacer que el riñón sea incapaz de concentrar la
orina. También resultar formándose francas cavidades con abscesos y provocar
destrucción del parénquima renal.
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